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Eugenia Pozas

Septiembre, mes de prevención del suicidio

Salud mental. Dos palabras que escuchamos cada vez con más frecuencia. 


Desde mucho antes de que el público en general tuviera consciencia de este tema, sabíamos que comer bien y hacer ejercicio era saludable para nosotros. Pero ahora, la palabra “saludable” abarca ámbitos más allá del físico. Así como un niño aprende a caminar, como humanidad vamos sensibilizándonos cada vez más a que nuestras mentes también necesitan estar saludables para sobrellevar una vida más próspera y llenadera.


Tristemente, todos conocemos a alguien, ya sea cercano o lejano a nosotros, que ha quitado la vida voluntariamente. Incluso, los estudios por psicólogos y expertos apuntan a que los suicidios van a la alza globalmente. En un dato que seguro sorprende como también decepciona, los suicidios han aumentado en 400 por ciento en los últimos veinte años en México. Es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, afirma Paulina Arenas Landgrave, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM. 


¿Cómo es posible que estemos teniendo tantas pláticas de salud mental con nuestros amigos, familiares, y colaboradores de trabajo, pero estamos perdiendo a tantos de nosotros en esta “epidemia silenciosa”? Las cifras indican un panorama deprimente, desesperanzador. 


Ciertamente, hay áreas de oportunidad para el sector de salud pública, puesto que se ignoran a 8 de 10 personas con algún trastorno o desorden mental. Esto es importante porque uno de los factores de riesgo más graves es padecer de alguna de estas condiciones. Otros factores de riesgo incluyen: padecer de una enfermedad crónica dolorosa, alto consumo de alcohol, o pertenecer a un grupo vulnerable con poco acceso a recursos.


Sin embargo, el ambiente laboral juega un papel importante en la salud mental y prevención del suicidio. Tanto así, que en el 2019 el gobierno de México aprobó la famosa NOM-035, que busca analizar y prevenir los riesgos psicosociales en el lugar de trabajo, incluyendo la obligación para el patrón de implementar una política de prevención. 


Los riesgos psicosociales más analizados a nivel mundial son los siguientes:


  • Jornadas excesivamente largas, que constituyen una falta de balance en la vida laboral con la vida personal

  • Sobrecarga de trabajo y falta de delegación de tareas equitativamente

  • Acoso sexual, hostigamientos, y amenazas a colaboradores

  • Miedo constante a perder el empleo, y así también su sustento económico


Las empresas asumen un costo grande al no atender estos riesgos. Por un lado, los colaboradores no son tan productivos y no alcanzan su máximo potencial dentro de la organización. Su esfuerzo es mínimo, consistiendo casi exclusivamente en cumplir con el horario indicado y cobrar su sueldo. Evidentemente, esto implica una pérdida de ganancias y una fuga de capital impresionante. De hecho, la depresión y la ansiedad causan la pérdida de alrededor de 12 millones de jornadas de trabajo al año mundialmente, costándole a la economía global un billón de dólares.


Pero además, aquellas empresas que dicen preocuparse de sus colaboradores, deberán invertir - en espacios, capacitaciones, y asesoramiento en los temas - en ambientes laborales seguros, incluyentes, y sanos para todos. Esto hablará de un esfuerzo y compromiso con el 15% del conglomerado de adultos trabajadores que sufren de desórdenes mentales en el mundo.


Ya existen herramientas para que tanto directivos como departamentos de recursos humanos implementen cambios en su esquema organizacional para salvaguardar la salud de sus colaboradores. Destacan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT):


  • Capacitar a los administradores en la esfera de salud mental para que respondan oportunamente a los riesgos

  • Capacitar a los trabajadores en la cultura de salud mental

  • Reducir la estigmatización de los trastornos mentales en el trabajo

  • Facilitar esquemas de trabajo flexibles, como remote work o home office

  • Remunerar apropiadamente a los trabajadores, con salarios justos y dignos

  • Incentivar buenas prácticas y esfuerzos comunitarios, como la actividad física, la meditación, y las integraciones de equipos de trabajo


Todavía queda un largo camino por recorrer para bajar tan terroríficas cifras. Pero no debemos perder la esperanza. Más allá del ámbito laboral, hay bastante que podemos hacer en el ámbito personal. Tómate el mes en serio: busca a tus seres queridos, recuérdales lo mucho que los quieres. Ofrece palabras generosas, o un abrazo sincero. 


Sobre todo, concientízate del tema. Hay mucho que aprender, y podemos mover montañas simplemente con la curiosidad de conocer más. Te invito a participar en el Día Mundial de la Prevención del Suicido este 10 de septiembre, ya sea compartiendo información en redes sociales, prendiendo una vela para una víctima de suicidio, o mejorando las condiciones laborales en tu empresa.


Sólo así se comienza: dando el primer paso.



Por Eugenia Pozas

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