¿Por qué la gente renuncia de verdad? (Spoiler: no es por el sueldo)
- Melissa Muñoz
- 8 abr
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Por Melissa Muñoz

Hace unos días, en una charla entre amigas, una de ellas nos compartió una experiencia laboral que la hizo cuestionarse si realmente estaba en el lugar correcto. No entraré en detalles, pero sí les puedo decir que su jefe tenía un estilo de liderazgo bastante rígido, muy de la “vieja escuela”. Eso generó un ambiente inflexible, donde poco a poco se fue perdiendo el apoyo y el bienestar del equipo. Aunque a ella le apasionaba lo que hacía, la falta de conexión y de una cultura que la hiciera sentir respaldada terminó por empujarla a buscar un cambio. Quería algo más que solo trabajar: quería disfrutarlo y sentirse alineada con los valores del lugar en el que estaba.
Esa conversación se me quedó dando vueltas en la cabeza y me hizo pensar en el tema del liderazgo. Ya sé, puede sonar a tema trillado, “otra vez con eso de los buenos y malos líderes”, pero lo cierto es que sigue siendo un punto clave, sobre todo cuando lo vemos reflejado en historias reales. Como en el caso de mi amiga, he visto muchas veces cómo un mal liderazgo puede apagar la chispa de personas súper talentosas. Cuando no hay un ambiente de apoyo, se nota: baja la motivación, el equipo se desconecta y la energía simplemente se diluye.
No lo digo solo por lo que he observado en otros, también lo he vivido. A lo largo de mi carrera me he topado con todo tipo de líderes. Algunos que solo están enfocados en los números y otros (que por suerte también existen) que de verdad se preocupan por su gente. Y cuando eso pasa, cuando un líder sabe escuchar, confiar y motivar, todo cambia. El ambiente se transforma, la gente se siente vista y valorada, y eso se refleja en los resultados.
Hace poco volví a ver una TED Talk de Simon Sinek que me encanta: “Why Good Leaders Make You Feel Safe”. Aunque fue grabada hace más de diez años, sigue siendo increíblemente relevante, sobre todo en el contexto corporativo en México. En su charla, Sinek habla del Círculo de Seguridad, una idea que me parece poderosa: los buenos líderes protegen a su equipo de las amenazas internas, ya sabes, la política de oficina, la incertidumbre, el miedo al error. Y al crear ese espacio seguro, el equipo puede enfocarse de lleno en lo que de verdad importa, los retos externos, como la competencia o los cambios del mercado.
Lo que más me gusta de su enfoque es que el liderazgo no se trata de jerarquías ni de poder, sino de una decisión. Ser líder es decidir cuidar a las personas que te rodean. Crear un entorno donde todos se sientan seguros para proponer, para aprender, para equivocarse sin miedo. Donde colaborar no dé ansiedad, sino ganas.
Y además, "dato nerd" que me encantó; nuestro cuerpo está diseñado para responder bien cuando nos sentimos seguros. Sinek explica que en esos ambientes se liberan hormonas como la oxitocina y la serotonina, que están relacionadas con la confianza, la empatía y la cooperación. O sea, no es solo un tema emocional o de buena onda, es biológico. Un entorno seguro activa lo mejor de nosotros como equipo.
Pensando en todo esto, no puedo evitar recordar a quienes, en mi camino, han ejercido ese tipo de liderazgo que realmente transforma. Cuando hay confianza, claridad y humanidad, el trabajo se vuelve otra cosa. Pero también he vivido lo contrario, lugares donde reina la desconfianza, el miedo a equivocarse, y donde la gente simplemente sobrevive en lugar de brillar. Y así, claro, es difícil construir algo duradero.
Porque al final, liderar también es cuidar. Cuidar de las personas, de su energía, de sus ideas, de su crecimiento. Es crear un espacio donde no solo se viene a cumplir objetivos, sino donde cada quien puede ser auténtico, sentirse valorado y encontrar motivación real. Y sí, una puede tener esta visión muy clara. Pero ¿qué pasa cuando alguien cercano, un amigo, una jefa, un socio, todavía no lo ve? ¿Cuando sabes que están perdiendo talento, que el ambiente está pesado, que hay tantas áreas de oportunidad… pero no se dan cuenta?
Ahí entra otro tipo de liderazgo, el de compartir esta forma de ver las cosas. No desde el juicio, sino desde la experiencia. Desde el “mira lo que pasa cuando sí cuidamos de nuestra gente”. Porque cuando una cultura de confianza y empatía se siembra bien, los resultados llegan solos. Y tal vez no todos estén listos para hacer el cambio, pero a veces basta con una conversación, una historia, una TED Talk compartida… para empezar a abrir la puerta.
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