Por Maribel Quiroga.
La semana pasada tuve el honor de asistir al foro HABLA en la Ciudad de México, un espacio que busca ampliar el acceso y el impacto de la educación en todos los ámbitos. Al tomar parte en las conversaciones del foro, fue evidente cómo la educación puede ser un catalizador en el proceso de empoderamiento y transformación personal.
Uno de los momentos más importantes para mí fue encontrarme con Malala Yousafzai, una de las voces más poderosas en el ámbito de la educación y los derechos de las mujeres. En nuestra breve conversación, compartió una frase que se ha quedado conmigo desde entonces: "You can be the change maker; you don’t have to wait for anybody else." Este mensaje es poderoso porque recuerda a cada mujer y a cada joven que la posibilidad de liderar y transformar el entorno está en sus propias manos. La educación es una herramienta que nos permite hacerlo, pero la valentía es la chispa que enciende el cambio.
Para muchas mujeres, las oportunidades educativas son más que una puerta al conocimiento; son un camino hacia la autonomía y la resiliencia. La educación fomenta en nosotras el coraje para tomar decisiones y nos dota de habilidades para enfrentar desafíos de manera estratégica y creativa. En un mundo donde los roles de liderazgo siguen siendo espacios predominantemente masculinos, la formación educativa permite que las mujeres no solo lleguen a estos espacios, sino que lo hagan con la preparación y la confianza necesarias para tener un impacto positivo y duradero.
Al mismo tiempo, la frase de Malala me recuerda la importancia de alzar la voz y de inspirarnos mutuamente. La valentía de quienes nos preceden y el impulso que nos brindan para atrevernos a ser líderes es invaluable. Cada conversación y cada acto de apoyo entre mujeres es un paso hacia la construcción de redes sólidas que nos respalden en el ámbito profesional y personal.
Finalmente, HABLA es un ejemplo de cómo la educación puede ampliar perspectivas y oportunidades. Es un foro que invita a reflexionar sobre el poder de nuestras decisiones y sobre cómo el conocimiento no solo es un derecho, sino también una responsabilidad. La educación no es solo personal, sino que se convierte en una contribución a la comunidad cuando cada una de nosotras la usa para crear impacto.
Hoy, más convencida que nunca, veo en la educación una herramienta fundamental para fomentar un liderazgo más inclusivo y justo. Con cada paso, al invertir en la educación y valentía de mujeres y niñas, estamos construyendo un futuro en el que nuestras voces sean escuchadas y nuestros logros sean reconocidos. Porque, como dijo Malala, no tenemos que esperar a nadie más para ser agentes de cambio.
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