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Maribel Quiroga

Los hombres que viven conmigo


En KIIK Consultores, desde hace muchos años trabajamos por lograr el empoderamiento empresarial de las mujeres en México y en otros países de Latinoamérica.

 

Durante los años en que he tenido la oportunidad de trabajar por este objetivo, hemos acumulado una serie de conocimientos muy importantes sobre lo que se requiere y lo que es necesario transformar para alcanzar metas como, por ejemplo, la equidad salarial.

 

Recientemente hemos descubierto que las carencias en las estructuras organizacionales de empresas y corporativos no solo afectan el desarrollo de las mujeres, sino también el de los hombres. Por ello, nuestros programas se han ampliado para atender diversas problemáticas más allá del crecimiento profesional de las mujeres.

 

No es un secreto que soy feminista. Y soy feminista porque creo que falta mucho para que las cosas sean equitativas en términos laborales para las mujeres en México y en el mundo. Simple y sencillamente, las cosas no son justas: la cultura, la manera en que pensamos, y las decisiones que se toman al interior de las familias y las empresas siguen teniendo sesgos de género que debemos combatir. La cruzada que hemos emprendido por buscar condiciones más equitativas ha logrado victorias importantes, pero aún queda mucho por hacer.

 

Soy feminista en una vida que todos los días está rodeada de hombres. Tengo un padre, dos hermanos, dos hijos varones, nueve sobrinos, tres cuñados, primos cercanos y amigos entrañables que me cuidan y me acompañan, así como la suerte de contar con muchos mentores y colegas.

 

Hoy quiero dedicar estas líneas a los hombres que viven conmigo la vida, que caminan todos los días a mi lado. Porque me han enseñado sobre la valentía y el coraje, sobre la determinación y el enfoque, sobre la disciplina y el esfuerzo.

 

Todos ellos son ejemplos de generosidad, saben cómo cuidar, aconsejar y proteger. Son hombres que han mencionado mi nombre en un cuarto lleno de oportunidades, que no escatiman tiempo, recursos y llamadas cuando se requiere. Y tienen la palabra precisa, el consejo exacto, la risa fácil y el mensaje que más necesito.

 

Gracias a mi papá por su fuerza y su inteligencia, por ser mi faro y mi guía. Gracias a mis hijos por haberme transformado en una mujer valiente. A mis hermanos, sin quienes no entendería mi historia y quienes han llenado de risa mi vida; a mis sobrinos que hacen del tiempo que pasamos juntos un parque de diversiones; a mis cuñados por incluirnos siempre, por hacer equipo. A quienes han sido mis grandes amores, porque mi corazón y mi alma han seguido un ritmo por ellos. Gracias a mis amigos por ver en mí desde siempre lo que yo aún no veo, por creer en mí, por demostrarme que no hay límites, que puedo con esto y con lo otro, y con mucho más. Y a quienes han sido mis jefes, colegas y compañeros en la vida profesional, porque es mucho lo que me han enseñado.

 

La generosidad de los hombres en mi vida me recuerda la importancia de seguir construyendo juntos —y solo juntos— lo que puede ser un mundo más equitativo y generoso.


Por Maribel Quiroga

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