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Cristina Cortés

El ego del jefe estorba


Boss and a tired team

El 75% de las personas considera que la parte más estresante de su trabajo es su jefe directo. Esto según un estudio realizado por la Asociación Americana de Psicología.


¿No se supone que el rol del jefe es ser facilitador para el trabajo de sus colaboradores?


En lugar de eso, parece que el jefe lo complica todo.


Hay dos maneras de relacionarse con el trabajo: desde el miedo y desde el crecimiento.

Cuando una persona se relaciona desde el miedo, sus motores principales son:


  • Sentirse seguro, que se manifiesta con un gran miedo a perder su trabajo o su fuente de ingreso.

  • Sentirse aceptado, que se manifiesta con una gran necesidad de agradar a los demás.

  • Sentirse capaz, que se manifiesta con una gran necesidad de sentirse reconocido.


Cualquier persona o circunstancia que amenace alguna de estas tres necesidades, detonará reacciones emocionales intensas o acciones egoístas para preservar el status quo. El error de un colaborador, la amenaza del éxito de un compañero, la crítica de un jefe, sus propios errores, cambios que lo hagan sentirse que pierde el control.

 

Es difícil trabajar con este tipo de jefes porque su energía está tan concentrada en resolver sus miedos y defenderse de las amenazas que se desconecta de las necesidades de los demás.


Sus colaboradores se vuelven objetos y medios -u obstáculos- para sus necesidades egoístas. Y no los puede ver como personas con sus propios miedos y necesidades.

 

Vivimos en una ceguera que nos engaña. Pues las personas cuyo motivador más grande es el miedo son capaces de lograr grandes cosas y hacer grandes sacrificios por la empresa.


Por su seguridad, su aceptación y su reconocimiento son capaces de trabajar muchas horas sin parar, decir que sí a todo, hacer lo que sea necesario sin importar pasar por encima de sí mismos o de los demás.

 

Por eso es tan tentador para las empresas tener a estas personas en puestos de liderazgo pues se convierten en grandes capataces.


Es una visión cortoplacista. El jefe capataz que usa a las personas genera un alto estrés en sus colaboradores directos y en compañeros de trabajo. Convierte el ambiente de trabajo en un lugar de alta toxicidad.


Hoy el mundo se está enfrentando a las consecuencias de esta forma de trabajar. Estamos en una crisis de salud mental y física que apenas empieza y de la que sólo hemos podido ver la punta del iceberg.


Según el NIH, sólo en Estados Unidos más del 20% de la población adulta manifestó algún problema de salud mental en los últimos 12 meses.  Y en el 2018, el Global Happiness Policy Report concluyó que la satisfacción laboral y la salud mental son los dos aspectos que más impactan en la calidad de vida de las personas.

 

¡Urge renovar el liderazgo de las empresas! Personas maduras y conscientes. Crecidas y evolucionadas. Humanas y con sabiduría.

Humanas no significa débiles, ni improductivas, ni sobreprotectoras. Personas humanas son personas que ven a sus colaboradores y compañeros como personas y no como objetos de uso. Orientados ferozmente a objetivos y resultados, pero humanos. Rompamos el paradigma de que no pueden ir juntos.

 

Hoy México es el país que más horas trabaja y menos productivo de la OCDE. Ese único dato tendría que poner a las empresas a cuestionarse la calidad de su liderazgo. Tendrían que cuestionarse si no habría otra manera de hacer las cosas. Es evidente que algo estamos haciendo mal.

 

En este entorno de tantos cambios y tan rápidos, de tanta competencia y muerte súbita de empresas, la sostenibilidad es el camino a la sobrevivencia y a una sociedad sana mental y física, que pueda seguir trabajando, no como zombi, no sólo para sobrevivir, si no para crecer, para crear y para mejorar nuestra sociedad.


Por Cristina Cortés

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